Padre de joven chileno víctima de accidente aéreo en Perú logra condena de la mafia de "los vuelos de la muerte” en Nazca
Cargando su dolor y sin recibir ayuda, Fernando Ramírez investigó el accidente de aviación ocurrido en febrero de 2010 en Nazca, donde perdió la vida su hijo Matías. Aunque el informe oficial desestimó responsabilizar a la aerolínea Nazca Airlines, el demostró las incoherencias de esa indagación y dejó en evidencia la protección brindada a los dueños del negocio de los vuelos sobre las Líneas de Nazca, rubro que mueve cerca de USS 1.25 millón por año y donde han muerto 17 personas desde 2007.
El dueño de la compañía Archivo de Canal 13: "Vuelos de la muerte"
El dueño de la compañía Archivo de Canal 13: "Vuelos de la muerte"
DE RODILLAS FRENTE A LA NAVE
En la madrugada del 27 de febrero, cuando miles de chilenos se
debatían en medio del horror de las últimas olas de un maremoto que asoló la
costa centro sur, los tres integrantes de la familia Ramírez salieron en
completo silencio de Nazca. Iban hacia Ica, al encuentro de los restos del que
ya no estaba: Matías.
Fernando recuerda que tomó a su esposa de la mano y le dijo:
“Mira, vamos a cruzar y lo último que vamos a sentir va a ser un balazo por la
espalda, pero vamos a ir a buscar a Matías”. Ambos partieron caminando hacia el
avión, seguidos por su hijo Nicolás, ante lo movimientos rápidos de los
policías, los que, al ver sus rostros, comprendieron y los dejaron pasar. Desde
prudente distancia, los policías observaron como Fernando, Soledad y Nicolás,
al llegar a la nave siniestrada, se estrechaban en un largo abrazo.
-Había un fuerte olor a aceite quemado y sangre por todas partes.
Al estar allí y como yo seguía con la obsesión de encontrar la cámara de
Matías, instintivamente me puse de rodillas y comencé a escarbar en el suelo.
Habré estado unos 20 minutos en eso, cuando en un momento, el padre de una de
las chicas que murió también en el mismo avión, y que llegó al lugar, me señaló
algo. Escarbé con más ansias ¡y apareció la cámara! Era una Nikon Coolpix 5, y
como yo se la había regalado, la conocía perfectamente. Y aunque estaba bien
maltratada, la logré desarmar, le saqué el memory stick y lo escondí entre mis
ropas. Aproveché también de hacer varias fotos del lugar.
Esa mañana del 27 de febrero, Fernando, su familia, y los padres
de Gabriela y Alejandra, llegaron a la Morgue de Ica. Allí, finalmente,
pudieron encontrarse con los restos de sus hijos. -Solo nos quedaba la opción de cremar lo que quedaba de sus
cuerpos y volver con sus cenizas…-recuerda Fernando.
Seguidilla histórica de tragedias en Nazca aquí
EL ÚLTIMO MENSAJE DE MATIAS
En marzo, mes en que Matías celebraría su
cumpleaños número 27, Fernando Ramírez dejó de obsesionarse con las fotos de su
hijo. La pena y la angustia por su ausencia se apoderaron de sus horas. Hasta
que un día, a principios de abril, decidió revisar la memoria de la cámara de
su hijo que él mismo había rescatado al escarbar la tierra junto a los restos
del avión destruido. Estaba nervioso. Temía que el terrible impacto hubiera
dañado las fotos. Sus aprehensiones se vieron confirmadas: el computador le
reconoció una sola imagen. Decidió mandar el memory stick a un laboratorio ubicado en Américo Vespucio:
-Allí me dijeron que en Chile sí la podían reparar. No fue así. Lo
llevé a dos laboratorios acá en Chile que reparan memorias y, finalmente, me
dijeron que era irreparable.
El padre de Matías no se rindió. Decidió mandar la memoria a
Estados Unidos. Aproximadamente un mes después, recibió la respuesta:
-En total me llegaron 11 fotos. Ahí estaban: las imágenes del
momento en que se subieron al avión, fotos de ellos dentro del avión, cuando
estaban volando… Y empecé a ver como Matías, en pleno vuelo, había ido
fotografiando las Líneas de Nazca.
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